martes, 15 de enero de 2013

Horas de la noche

Cómo calcular la dulzura de las próximas horas
sin dudar de ti que nunca pasas de oscura.
Dudas de la música y su aliento a cerveza.
Temes, pero como también piensas por dentro,
te dejas llevar,
te preparas para el peor de los casos,
para las primeras horas de tu libertad,
de tu gran libertad que alcanza hasta para liberarme a mi también.
Eres el ruido que se esconde en la luz,
pero por dentro eres un nuevo fotón,
partícula de pelo lacio.
Eres luz y agua a la vuelta de la esquina
que se pierde la fiesta por vivir su madurez,
se aleja de la diversión para vivir en calma su vida de envejecimiento.
Esperando todo el día toda una nueva onda de agua
irreconocible cima de reflejo,
que corre hasta las venas y su vaho rítmico, cíclico.
Las palabras se malinterpretan diariamente,
los favores parecen órdenes,
las sangres arden desde temprano en la mañana,
cuando se reclaman los pecados de la noche.
Los rechazos de la mañana se cobran los rechazos de la noche.
Pero la noche también festeja las felicidades del día  como si fueran propias,
la noche se hunde en otro cuerpo, el del espacio,
ambos aprecian sus solitarias negruras llenas de todo lo que existe.
Todo cabe en la noche,
incluso dios y su multiplicar,
dios y sus nuevas caprichosas adicciones.
Convergencias en todos los fríos,
en todos los calores,
en todas las tibiezas.
Algunos ojos hacen que otros ojos vean,
algunos videntes curan ciegos
y algunos sordos escuchan solo a los que les hablan de lejos.

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