jueves, 20 de diciembre de 2012

Noche blanca

El perro blanco come flores
que nacen del día blanco donde también naciste tú,
entre los gatos, entre las semillas de flor.
Ahora los corajes se borran,
las mal interpretaciones se evitan,
los silencios se mal interpretan.
Nadie se conoce bien y eso que todos somos iguales,
somos ciegos ante el parecido,
nos deslumbran las diferencias.
Noche blanca tragas perros blancos,
locuras café.
Mírame sin esa sangre en los ojos,
olvida todo mal trato,
ven duerme conmigo como el gato,
que escucha en el baile de tus dedos
su oportunidad para adherirse de una vez por todas a la inteligencia,
que no entiende,
que solo ve y escucha,
el interés en lo bidimensional,
se guarda ahí algo mucho más complejo que tres dimensiones.
Solo con los dedos hablamos,
ya no entre nosotros,
sino ante seres que realmente no existen,
seres que están muy lejos de aquí,
lejos dentro de aquel negro frío,
profundos en la distancia,
atrapados por metales imaginarios,
que rompen la piel en colores,
odio amarillo de calor,
que realmente en nada malo se manifiesta.
Solo dedos y dedos veloces,
palabras probablemente innecesarias,
nada que haga falta decir,
solo esperar tristemente la nada,
el plan del universo,
la psicodelia dentro del te más ligero.
Busco parte de su tiempo,
busco incluirme en la función,
lleno de miedo, acostumbrado a lo patético.

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