jueves, 5 de febrero de 2009

MAÑANA DESESPERADA DE SOL ATIZADO

Finjo que mi deseperación es un fluir,
que no es un azote mi presente,
no solo hacia mi se dirigen las tardes.
Nunca la estrella se fue para mi.

Viví un solo día.
La mañana sola, llena de máquinas, de despiertos,
llena de su única luz.

Espero estar en el momento adecuado.
Espero pasar conmigo la menor cantidad de tiempo posible,
mi energía es poca, que los minutos no vengan aquí,
que sigan su curva.

Nuestra mañana, nuestra hora.
Nuestra mirada agachada.
Buscando la prisa en alguna veloz banqueta.

Llego y doy las gracias para adornarme.
Recorro el túnel viendo las dos salidas y las dos paredes al mismo tiempo
si que hay salida, hay dos.
No es nada, es un lugar donde vuelan cabellos de todos,
sucios alrededor del pan.

Quiebro lo último que queda de ciudad,
la piedra se va haciendo polvo,
desciendo a donde no vive el hombre: al mundo.
Lo hago siempre por túneles y por pasillos,
fielmente entre formas.

Ahí esta mi colmena,
llena de abejas que saben quien soy,
yo se los dije recorriendo sus pasillos y sus túneles.
Volando bajo, con los ojos entre cerrados
para cambiarle la forma a la forma.

-He llegado con frío, por eso tiemblo. Porque no dormí bien. Porque solo he comido pan, tortilla y tostada. Ustedes comiendo dulce, comiéndome ustedes con mi propia alma, gracias a mí. Ustedes con ustedes sin darse cuenta. Tengo frío, tengo siete años con frío. Tengo siete años cediendo la razón. Los ojos no son terremotos, no todos...

- Hay ojos que si son terremotos,
que son la razón del infinito rio que es dios y el movimiento de sus dedos,
se hacer todas las cosas.

... nadie ha dicho nada.

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