lunes, 31 de agosto de 2009

La zorra en la playa

No vi lo suficiente, me dejé llevar por falsas lunas interiores. Sabía, según yo, creyendo. Empecé a creer mucho en los ciegos y en la próxima ironía: eran ellos quienes me explicaban los colores… No vi y puse en un certero lugar cada palabra, las vi como ya las había escuchado siempre. No era nada nuevo, era lo que condeno. No vi que vi poco, ni supe que fui yo quien fijó todos los nombres. Ninguno era entero… Le puse límites a la realidad, le expliqué a las olas con tiempo y las ofendí con cada segundo. Así no era el tiempo y así no deberían caer las explicaciones. Por eso el entendimiento siempre se quedaba conmigo (hasta mi), por eso nunca sirvió para nada.

No es por los ciegos que ahora veo, es por todo lo que no sabía. Esa explicación que el mar hasta ahora supo dar. Mentí para hacerlo enojar y aprendí que es más fácil hacerlo de noche.

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