Camino de un sueño
Estaba temblando muy fuerte. El bebé que más había visto temblar. Rojo. No puedo usar más palabras para describirlo. Y no es que no existan las palabras adecuadas, es solo que yo no puedo. Quizás porque siempre, no se por que, escribo el presente en pasado. A lo mejor es por necromancia. Pero los muertos no me contestan. En fin, el bebé estaba temblando, rojo, muy muy rojo. Estaba seguro de que toda la realidad y su voluntad eran la misma cosa. Un ser que aún no llega más allá del yo. Sabe de la utilidad del ceder aunque no es algo que siempre esté dispuesto a practicar.
Ese es el gran instante, la parte importante del regalo universal: el infinito para el individuo.
Luego está la otra parte, la de la devolución.
Es pagar por lo que ya se disfrutó. Ahora hay que proteger, a lo nuevo, que siga el disfrutar total del infinito. Los bebés cuidan a los bebés,, cuando dejan de serlo.
El hombre primero trata con más fuerza a
- ¡Mira!- apenas se le entendió – ¡es una casa!
El niño, cuando la vio, le sorprendió haber estado durante tanto tiempo en aquel lugar, sin darse cuenta… Entraron, solo se escucharon ruidos de pararse y sentarse, y algunos otros ruidos que parecían palabras.
Este es el camino de un sueño,
es lo único que puede ser,
solo aquí los saltos son al mismo tiempo columpios,
realmente.
Etiquetas: Lo último del silencio (pte 1)
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