sábado, 17 de marzo de 2012

Tarde amarilla con voz propia

En camino de la luz,
a la vista de todos los seres de luz dormida,
camino de luz, pasos de a milímetro.
Sillón amarillo, espalda amarilla,
dibujo concursante perdedor.
Presente lleno de rebotes,
lleno de esquinas sin filos,
las nobles agudezas de las miradas,
que siembran preguntas que se desnudan en la mirada.

Justo debajo de la flecha de la araña,
en su punto amarillo de luz,
rodeado de su familia
que solo quiere grabarlo para nunca olvidar ese único rostro
ese rostro que solo es para ellos,
de quienes nunca se esconde,
esos que como arañas avanzan y duermen con su propia percusión.

Grupo de cuerdas, llanto cantado de humano,
bueno no llanto,
mejor dicho lamento,
que regresa por las noches mientras la modernidad duerme,
cuando los planes se acabaron a si mismos,
lloviéndose uno sobre otro,
el agua azul que se comió el futuro,
la burbuja de colores que espera mojada en la noche seguramente helada,
que pocos realmente conocemos,
nosotros que no siempre pudimos huirle.

Alimento que se va mientras duermo mi presente perfecto,
mientras en colores me derrito ante todos.
Aquí en el centro todo se ve del tamaño que es.
Lo que no quería creer,
lo que siempre supe.

Luz nueva detrás del cerro,
gato sobre el que viajo,
rápidamente en el inicio de la oscuridad.

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