sábado, 17 de marzo de 2012

Luz del Sol recién llegada a la Tierra

Búsqueda de luz amarilla,
rasgado por las ramas secas que dibujan pasados blancos.
El caballo enojado no agradece su cuerda larga,
¿de qué sirve la longitud si no puede romperse?
Ya quiero empezar a ver pero no quiero que nadie me vea.
No quiero que nada reconozca mi valor,
no quiero que nadie venga a robármelo aquí en la soledad.
Las luces aterrizan de lado,
llegan y descansan,
vienen desde el sol,
han venido nadando por todo este mar negro,
sumergidas en su frío,
calentándolo un poco,
haciendo que la luz valga la pena,
su necesaria lejanía,
su intimidad estelar que la aísla.
Brilla para que sepan quien es.

Algunas de estas luces acompañan poesías de auto perdón,
poesías últimas acosables,
se arriesgan a ser tomadas como auto promoción.

Pero no es injusto que el sol brille porque es él quien hace todo el trabajo.
¿A poco las nubes se enojan porque las plantas no les agradecen tanto como al abuelo sol?
Yo creo que las nubes le deben mucho más,
aunque no importa cual lo adora más y cual lo adora menos.
Las dos le deben la vida.

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