domingo, 12 de diciembre de 2010

De una vez


El silbido de la computadora,
los ruidos fantasmosos del supuesto ratón,
la hierba que ha revivido el limón,
ha vuelto pero con cuerpo de plástico.
Espejo de plástico por donde desfilan los mamíferos,
primero los bueyes y después los primates;
bestias de la montaña,
casi roedores de la sabana,
ambos en algún momento encontramos la pieza que faltaba en nuestras neuronas, la llave.
Y aún así el tiempo se pierde en interminables repeticiones,
aún así sigue buscándose en la oscuridad donde nunca se ha encontrado.
Seguimos trabados todos,
unos por una cosa y otros por otra.
Unos por verse como parte del tiempo
y otros por cegatones.
O solo es la frustración de una conciencia rápidisima dentro de una infinidad de velocidades.
Midiendo midiendose, contando.

De una vez,
de una vez de una vez.
De una sola vez.
De una vez seamos tipo aves,
seamos nosotros lo que sigue ya,
ya seamoslo,
no luego, ya,
no después,
de una vez.


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