domingo, 12 de diciembre de 2010

Sentí que la misma piedra guinda me golpeó el codo

Sentí que la misma piedra guinda me golpeó el codo,
el mismo diablo invisible en la columna vertebral.

La gente que está cerca acapara todo el aire,
mi temblor es su oxígeno.
Yo soy la negrura que los justifica,
yo soy el callejón sin salida que cumple todas sus premisas.
Yo hago de su filosofía una física.

Me entierro entre el calor que existe entre las estrellas.
Escojo mi bando según un gran plan ajeno,
solo entre orquestas únicas desérticas.

Esa caricatura me cerró el ojo solo a mi,
su morenez solo gotea en esta pantalla.
Aquí respira,
aquí llueve,
aquí es montaña.

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