jueves, 9 de diciembre de 2010

Agua de lluvia vieja en mis dedos

Agua de lluvia vieja en mis dedos,
los coches de la energía se reúnen con los suyos.
En la puerta que lleva a la estrella hay una chapa de oro.
Por esa puerta se va lo que se va.

La lluvia lavó las casas,
todas las casas de un cerro,
música de nube,
explota y moja,
una mañana culpable de buen humor.

Desaparecen las hojas y las piedras,
se abre el camino real,
descansa el cuerpo sobre sus esperanzas de ambrosía.

¿Qué luz entrará por la puerta?
¿Qué gesto de la estrella calentará la habitación?

Aún queda tiempo para la sabiduría,
queda tiempo para un consuelo más.

Y no, porque la luna ya viene a toda velocidad,
secreta en el tiempo.
Ni un respiro más.
Gracias al tiempo por ser como es.

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