lunes, 30 de agosto de 2010

La tristeza del cambio

Nada dice, ni lo bueno dice
solo me queda esperar realmente nada
una prisa inútil.
Una necesidad anaranjada y nada,
dura con sus huesos helados.
Y yo aquí con un brazo caliente y el otro a punto de morir.
En la lumbre por mi mismo,
por no saber,
por ver en las montañas a los dioses.

No se que sigue,
supongo que lo que yo quiera.

Querer siempre significa dividirse en dos.
Matar una hoja para hacer que nazca una espina.
No hay a quien preguntar.
No hay a quien le interese.
La lluvia ámbar ausente me deja seca la boca.

Etiquetas:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio