martes, 13 de julio de 2010

Estudio con banda anónima

El Quetzaltcoatl infinito,
víbora blanca,
fantasma que trae los viejos cuentos donde crecimos juntos con las plantas.

Ni la marihuana supo que las montañas venían en guerras,
sudando de miedo las piedras flotantes que lloraban por llegar a un nuevo piso.

Sola la playa,
el mar no ofrece un ruido distinto.
"Aquí tampoco dejamos de ser tristes"

Pero más allá de la sombra de las palmeras existe cualquier posibilidad,
animales superiores,
frutas de sabores inimaginables.

Si hay que entrar en la selva,
En su hoja que no se repite nunca,
cada lugar es un paraíso.

Pero aquí se seca,
aquí descarapela
por estar mucho bajo el sol.

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