domingo, 11 de julio de 2010

El perro en la luna

Amo la idea del vestido fuera de tiempo
amo el oro
amo que hayas convencido a una gran mujer
amo que sigues los tambores clásicos
amo que las mujeres que no son vírgenes canten precioso.

Las gaviotas y las ballenas tienen nombre pero están malditas,
si vuelas en el aire solo comes aire
y tu ballena jamás estuviste en la tierra,
habrás de morir ahogada.

Un viejo toca y baila en la puerta,
no cambia,
no espera nada,
no cambia,
solo grita sorpresivamente,
es su compañera quien resuelve para algunos el misterio.
Sus pistas de palos y de troncos,
flautas de palos y troncos también.

El viejo reza y se ejercita bajo el agua,
el tigre lo ve desde la orilla,
se le antoja esperar,
comer y esperar.
Cuando gruñe le pide que se apure.

Los grillos toda la noche me invitaron a cantar su canción
donde cincuenta estrellas fugaces no entienden sus tiempos,
que no son ni matemáticos ni racionales.
Se quedan callados cuando se apaga la última estrella.

La embestida sexual perfecta, negra, florida, opaca, esperada y desesperada.
Solo velas ven,
siempre nuevas ven.
Tanta hambre desperdiciada para solo un orgasmo.

Está es la punta,
aquí se enseña a ser esposa,
hija del amor siempre,
igual que el sol,
igual que yo y que tu abuela.

No tiene caso que llores ni cantes,
los violines ya han unido las cuerdas,
el entendimiento es cadena.

En tu escapada cada vez que dobles la esquina encontrarás un saludo.

Sacaste el trigo de entre los dedos de tus pies,
te sentaste al fin,
y después, sorpresivamente te levantaste,
parecía que ibas sin garras a la guerra,
escogiste el día de tormenta para ir.
cuando te fuiste volteada para ver quien seguía viéndote desaparecer,
solo tu tambor.

La mujer baila y escoge hombre,
le pisa rápidamente los pies
y corren rápidamente en círculos esos pálidos africanos.
Los cantos de los bosques se quedaron grabados en las piedras,
cada uno con su propio tiempo.

Si llueve es porque el huracán pide sus golpes de madera,
no cambia el
no cambio yo,
me acelero en vano,
llueve igual.

Tenía que acabar con el principio de la humanidad, sus metales y sus tierras, monótono, explicación innecesaria.

El corazón del desierto se acelera cuando tiembla.

Pulsan los cactus al saludar a venus,
expulsan rítmicas espinas.

Una esfera de plomo cae sobre una escalera de plomo,
solo dura un segundo.

Repito la flor que le regalé a un escritor.

(Poesía en inglés)

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