jueves, 25 de febrero de 2010

Poesía arrastrada por el fantasma de un río

Fue cuando ya no fue planeado,
fue cuando de verdad quiso ser eso que ahora somos,
esa parte que está ahí pero que está más lejos.

Esta tinta se puso más negra,
el noble ácido de la Virgen de San Luis Río Colorado peinando su cabello que es cielo,
azul de Sol, azul de estrella.
Luz amarilla, noche azul, día blanco.

Algo me sigue de esos universos de azar y color,
hay algo mío en decir cabello de cielo.
Yo soy mi azar.
Soy quien peina a los monstruos.
No,
soy quien los pone a peinarse.

Esto debió ser escrito debajo de un puente,
en el río revivido,
en el que anduve en su cuerpo muerto.

Llovió y volvió,
cayó del cielo,
anduvo donde yo anduve,
solo que con pasos de verdad
- bueno los míos también fueron pasos de verdad,
fueron los que llegaron más lejos,
con miedo, con huaraches y con el desierto- .

La contraluz de un cobarde,
uno que ni siquiera quiso cruzar un río sin agua.
Eso fue vivir al revés.
Este hombre siempre ha vivido mal.

Ese río y ese hombre,
no se cual de los dos está mas muerto.

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