La poesía
¿Hasta dónde te creíste? ¿En dónde nos dejaste? ¿Qué parte juego yo? Los bizcos tercos en sus viejos himnos morales, me hablan de acciones, de deberes, de silencios. Le dicen todo a todos menos a mí. A mí no me dicen nada. De mí solo se despiden, reclamándome con su espalda lo que -según su ojo bueno- yo no quise que fuera. Ninguna palabra mía es la que los ha ofendido. Ninguna de ellas podría. Ha de ser el veneno en el oído, el ojo que quiere mirar al otro... la lectura más audaz. De eso soy un personaje, ahí interpreto al equivocado de poco nombre y de poca historia, al resultado negativo que siempre se espera en el viento. En un lugar soy un no. ... Se resbalaron los meses sonrientes, de prisa perdieron su imagen y cedieron su forma. La gravedad de la dificultad resultaba en mí sin ningún aviso. Hubo un código humano que no respeté, al parecer. La lengua del tuerto se hizo para obedecer y dar sentido. ... No pido una explicación, solo intento extraer la dulzura, si es que existe, de estos pétalos anaranjados y secos. Hermosos pero llenos de polvo y tomate, un nuevo lodo. Lodo que se secó antes de que mis ojos pudieran enfocar su forma. ¿Qué pasó? ¿Llovió mugre? ¿De qué cielo cae este pedazo de Dios, esta lágrima de tuerto, esta lengua líder? ¿Cómo voy a explicármelo? La importancia poética reside en que la vida se vuelve algo real. Algo que el ser empieza a vivir, más que a pensar. Lo divino no era lo que yo esperaba.
Etiquetas: Decir (parte 2)


0 comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio