Grité entre todas las razas de perros
Grité entre todas las razas de perros,
fui la locura arenosa de aquella calle de sol,
y fui la piedra que voló con la sangre hirviendo hacia la carne de montaña verde.
Mis burbujas calientes revientan de ridículas,
sucias y sin tornasol.
La tierra lenta no cubre,
la luz en sus granos recuerda,
aún no veo un nuevo sol.
La luna es la venda en los ojos,
la barda que no deja ver el pasado.
La luna es el cariño.
La luna es todos los días.
Etiquetas: Dios es obvio 2
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