jueves, 30 de septiembre de 2010

Se acabaron las tierras

Apenas se vio la estrella en el espejo y se acabaron las tierras
se cerraron sus fallas
perdimos partes importantes del cuerpo en ese capricho geológico,
en esa lluvia diabla y canija,
vergonzosa y derrotada.

Nos vieron mientras nos crecían los dientes y las orejas.
Vieron nuestro bosque desde la altísima ventana de la casa del abuelo de dios,
nos vieron los empleados del olimpo.

En el sol morado de agosto hay un perro parado en dos patas
gritando su sangre rebajada.

Los filos del sol nos cortan,
quedamos en la orilla de la lumbre.
Nos enterramos sentados en las escaleras.

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