domingo, 30 de septiembre de 2012

Ciudad de nohce

Tambor de hombre ciego
con cuernos recorriendo la locura de la ciudad
que interrumpe su propio sueño
con los bailes calavéricos de sus madrugadas de jazz.
Algo sobre la existencia se pregunta el cráneo que baila.
Truenan sus huesos y sus dientes.
La batería se aloca y lo sigue.
Toda la insomne ciudad lo espera
son ametrallados sus párpados
(y la tristeza empieza justo cuando empieza el regreso a casa)
La máxima de las felicidades se vuelve la más patética de las enfermedades.
Hay algo aquí que todavía es chispa
aún en este final se escucha la canción del fuego,
nada nuevo que decir,
es lo malo del lenguaje eterno.

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