La vergonzosa constante
Flotando en un negro mar estrellado sobre un sombrero. De estrella anaranjada en estrella anaranjada. Refrescándose a oscuras para mi. Respirando palabras con otro ritmo.
Tengo una herida de hombre
sangre de leche.
Por una voz de mujer que se queda callada.
Soy un reno herido por viajar demasiado al sur.
La abeja en la lavanda se quedó sola,
libre entre las migajas frente al sol.
Etiquetas: El loco de oro III
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