La misteriosa planta del mercado de esclavos
Veo la cara del desquicio en esta espera adecuada,
amarilla y mareada por una hierba misteriosa,
mientras me como mis palabras que saben a aire.
Ni así de desvanecido puedo escribirle esas cartas que me pide la locura.
Una planta perdida llegó hasta mi espíritu
en una guerra natural inevitable.
Era un cuadrado queriendo entrar en un círculo más pequeño.
Etiquetas: El loco de oro III
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