domingo, 6 de septiembre de 2009

Perfecto ocurrir. No. No

Varios paraísos antes,

los primeros momentos,

dueños de cuando ocuparon siempre.

Embriaguez de discurso perfecto.

De acuerdo el color y la forma.

Ese presente ya había sido futuro.

Parecía falso que nunca seguiría la noche.

Llegaron primero los segundos.

Armándose por martes

en fin de muchos casos,

ocurrió una de sus promesas:

se hizo de noche.

El largo vago de siempre

esperaba solo y mudo,

triste en su media luz.

Se había quedado sin amor.

Sin esperanza fue encontrado,

alguien lo notó.

Quiso mucho y ofreció alcohol,

fue aceptado.

Ocurría seco y un destrozado.

Iba cayendo en nada la idea,

en verde quizás

pero muy probablemente amarillo.

Luego el grito otro

brillo sin luz pero sensorial.

Cayó por los pasillos,

evitando las escaleras y doblando un instante antes de estrellarse en el fondo.

Entró la luz de estrella

aumentada por la química,

robándole atención a los colores del futuro.

Se reflejó.

Causó oscilar.

Alguien se volvió su sintetizador.

Luego siguieron cayendo justo ahí,

todas las estrellas,

todas las narices,

todas.

Era esto ya más de lo que había ocurrido siempre,

el perfecto ocurrir:

peces, arco iris, plantas,,plantas doradas.

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