Atardecer para todos
Veámonos todos en la playa sin mar,
con agua deliciosa,
con el líquido lleno de espíritu.
Lleguemos al final del camino y sigamos por el principio del desierto.
A lo lejos, como a unos dos kilómetros, un carro veloz cruzó el supuesto desierto puro. Sin una nube de arena persiguiéndolo. ¡Entonces iba sobre una carretera!... El desierto eterno que prometí se me cayó rápidamente por atrevido, simplemente por no saber. Fuimos felices.
Etiquetas: Decir (parte 2)


0 comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio