No lo vi

Nube de silencio, de indecisión, segundo amarillo, segundo de arte en el universo urbano bajo luces de belleza ¿Por qué siempre en el desierto todo resulta morado? Ha de ser un recuerdo que viene jalando. Reviven los videos con su única claridad. Cada cosa tiene sentido después de todo. Dios natural mexicano que se sumerge en su futuro y emerge azul y bidimensional en nuestro presente, 2011. Triángulos y hojas de árbol forman su barba, su nariz es la hierba mas simple y pequeña del suelo. Hojas y esferas en todos los niveles. Perdidos en todo sus ojos totalmente abiertos. Pómulos sanguijuelas. Constructor mundial de pirámides. Identificador de lineas imaginarias planetarias. ¿Qué sabrás tu del desierto? ¿Qué parte del desierto eres? ¿La Luna? Toda la luz blanca es tu mano, vida de noche. Piensas por la noche en el infinito, en anillos de planetas, en tus dioses conejo, dioses lunares, sueños de flor de volcán, aves hermosas que vuelan muy alto y llevan a todos lados las lluvias, el maíz. Mancha única en la madera, solo yo entre todos te escucho, solo yo entre todo te escucho. Oscurece en la ciudad que aún es mito, aún no nacen sus policías ni sus luces moradas, no se saben todavía los rumores de sus pistolas. Detrás de la puerta, casualmente, alguien morado con las vestimentas sagradas. El ignorado por todos poder del color. Mal gusto que lejos has llegado hoy. Lloraste un mar inútil que ahogó a un amor sincero. Reconoces tu futura soledad y la abrazas porque está fresca y porque está seca.

Hierba brillante alfombra del suelo hambriento de llanto. Todos viendo tristes el suelo, llorando por equilibrios perdidos, poetas impertinentes con tierra en los dedos. Árboles de panteón, callan torturas, cómplices de las bardas de tradición azteca. Madera aburrida, habitación ordinaria con una luz extraña de delincuencia. Excelentes sacos de cuadros, excelentes como para darle la vuelta al mundo dos veces. Se quedan mudos los muerto con las cascadas de vientos, las esposas viejas enrubiecen en calles casi limpias que responden con besos al sol. Palmas serias de oficina, helechos jurásicos con traje. Aquí las banquetas están llenas de trajes, grises como el pavimento. Percusiones de telepatía hacen que grite el pasado, sus blancas paredes y sus mujeres son ahora con nosotros. Puntos de luz, argumentos, despedidas, acercamientos, todo eso dicen las sombras adecuadas. Esculcan, miran en la sombra, se asustan de los ruidos, se quiebran ante las preguntas. Sus diálogos desaparecen con el vino. Miradas sexuales. Curiosidad regional. Brazos dulces, besos de madriguera. Fierros que no se sabe donde quedaron, plantas que insisten en no decir nada, luces que se olvidan del tiempo. Berrinche sin sonido. No fue necesario. Bigote mentiroso, grave. Todo lo que dios le dijo al mundo se perdió en el llanto al final de una llamada desoladora.

Nuestros caminos son los mismos, son solos, son callados y sin historia, no tienen nombre. Son rapidez inadvertida, desértica espalda de dios, voz de viento entre rama, sol que llega y descansa en el cristal, cura por favor los demonios, que calle lo que piensa y que cante lo que vuela cerca del suelo la primera vez. Siguiendo la carretera, con los teclados adecuados, con la luz más allá de lo hermoso, planetas rosas eternos, naranjas fugitivos eternos. Tranquilidad. Aire puro y espiritual. Piedras besables. Poesía come poesía mientras camina por el desierto. A morir se llega caminando, a vivir, corriendo sin mirar las espinas incansables que viven bajo los colores directos. Comparan almas, cerebros, uñas, pero ven crédito y se venden, dicen que así es, que ni modo, son la columna doblada, la sonrisa en mal momento, la carcajada en el peor de todos los momentos. Árboles heridos católicos, tuve que huir, reí con ecos enormes, desprotegido por paredes transparentes. Círculo vicioso mental. Mirada que da evidencias, dolorosas penas sufridas por el prójimo. Sufrir ajeno ya basta, que cada quien sufra lo suyo.