miércoles, 25 de enero de 2012

Espera en mi banca del Riviera

El tiempecillo moribundo no se muere
y la lluvia prometida nomas se queda en promesas.
Dudas frías y pasos ignorantes,
el mismo camino torpe de siempre
solo que esta vez helado en vez de caliente,
caprichos aliento de mar
que revienta los globos de un viernes infantil.

Que tiempo tan poco físico
cuando llueven sobre los muslos las larga semillas.
Tiempo desobediente,
que, fanfarrón como lo nublado,
tampoco cumple lo que promete.
Tantas palabras, fechas y horarios
y ahora ningún hecho levanta la mano,
solo el frío y sus flores mudas.

En un rincón mas o menos inimaginable
buscan los rostros verse unos a otros,
buscan los gestos ser poesía entre los clasiquísimos jardines.

Dejan de ser del suelo las plantas
al escuchar los mensajes musicales de las campanas.
Deja de bailar la flaca flor mas alta.
De su último doblez ya no se levanta.

Todos los planes se han quedado quietos
olvidando sus lejanías y sus ridiculeces.

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