domingo, 31 de octubre de 2010

Mi dios

Mi dios, te veo y me sigo,
hincado en las promesas lubricadas.
Manguera de infinito.

Lo que dicen las mujeres lo dicen también las espinas.

Ese es uno de tus regalos,
mi dios,
un darme cuenta tenochtitludo.
Me enseñaste a crear una mujer con mi nombre en la lengua.
Gracias por la fotosíntesis especial.
Tornasol porque me conoces.

Mi dios que subes verde por las escaleras de mi paladar,
llegas a mi corazón detrás de los ojos.

Parece que ya pasó el tiempo cuando quemaban tus libros rojos.
Hoy las venas son la señal de tu paciencia.

Me haces nuevo por todas partes.
Escucho los metales delgados de tu fragilidad.
Soy el olmo que se salió con la suya:
engendré una pera.

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