domingo, 17 de mayo de 2009

Inteligencia y destrucción natural

Soy el culpable de la destrucción, por eso tengo así la cara, con los ojos torcidos. Son mías las venas que envenenan a los árboles, yo inventé sus hojas amarillas. Son mis venas las que ahorcan y aparte ensucian. Soy el culpable de los nuevos edificios, les enseñé a todos a verlos de cabeza y ahora están todos mareados, algunos hartos y con la piel negra van y se acumulan cerca del cielo para caer hacia el atardecer.

Soy el culpable de la construcción de estos caminos que llevan a todas las prisiones que yo mismo he soñado y orgullosamente declarado… Soy también el culpable del rosa mortal del cielo, asesino de más niños que la estupidez.

Soy el culpable y desde acá abajo veo como se constituye, con su propio tiempo, un nuevo ojo restaurador. Lo veo mirándome. Anónimo y potente, me advierte… Ahí va el máximo de mis fuegos, a ver si iluminan a los milenios.

Soy yo el de la cabeza hacia arriba y hacia abajo, yo domino la inversión. Soy el ataque, yo propago la unidad,,, conmigo… Que las ciudades. Que las ciudades se parezcan a mi y que todos los hijos lleven mi nombre… Que solo yo esté cuando el último se haya ido, para que a nadie le conste que dejé de ser;;; a lo mejor conmigo se acaba el tiempo y continúa solo el espacio, siempre esencialmente más fuerte que yo, mi receptáculo de la posibilidad.

Soy yo quien dice no al proyecto latente supremo, detengo en seco, pues todo esto es mi obra y no es un secuestro, es una enfermedad con puerta.

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